martes, 24 de diciembre de 2013

Esgrima


"En la esgrima, como en la vida, sólo puedes seguir a un maestro; al arte o al ego. A quién elijas dependerá la clase de tirador que serás." 

A. B.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Soledad del incomprendido


Qué frío se siente cuando se sufre de soledad.
No la soledad de aquel que está solo, sino la otra,
aquella de sonrisas de cemento y corazón helado;
esa de lágrimas retenidas en ambiente festivo;
la de ecos de gritos interiores.

Frío que nace de lo más hondo del ser;
frío inconfundible, encarnado en aquel que,
aún rodeado de personas, se siente desterrado.
Desconsuelo de miradas y suspiros.

Donde ayer encontró puertas abiertas, hoy encuentra murallas.
Donde habitaba el diálogo, ahora lo ocupa la incomprensión.
Fuentes que manan aguas que ya no le sacian.

Negro entre blancos,
blanco entre negros,
demasiado de ambos entre grises.
Ese es él.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Hydra


Bajando hasta las más profundas alturas me encontré, y sabiéndome tan peligrosamente leve exclamé: "Miedo tengo a la muerte, a la soledad y al sufrimiento." Me acepté, y descubrí que cuanto hago en esta vida es vanidad, vanidad de vanidades, para crear algo que cubra a esos monstruos que tanto me asustan. Entonces, desde los abismo del ser miré, y sufriendo me hallé.

Me vi corriendo, inconsciente, en busca del tesoro más preciado que el mundo jamás ha conocido; la felicidad. Mas no la perseguía realmente, pues si así fuese me hubiese parado para que esta me alcanzara. Sin embargo, ciego de ignorancia, creía estar persiguiendo en lugar de huyendo.

"Me enamoré" me dije, y el monstruo tricéfalo sonrió al ver su engaño manifestado.

¡Cuán condicionado estaba por el miedo! Me paré, temblé, respiré. Miré a la Hydra a los ojos y la acepté. Fue entonces cuando sentí su naturaleza etérea y sin más, se fue.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Cuando marches


Cuando marches, no olvides llevarte tu ausencia;
tus ojos cristalinos y enamorados,
tu aroma a momentos pasados.

Cuando marches, no te dejes mis recuerdos;
recoge las promesas y los suspiros,
lleva las palabras que te susurré al oído.

Cuando marches, haz sólo eso, márchate.

martes, 3 de diciembre de 2013

Betún


Y aquí estoy, leyendo a la luz de la luna sin encontrar una respuesta. De hecho, siempre creí que conocía todo lo que un buen zapatero debía saber. Descosidos, roturas, suelas y bordados no son ningún misterio para mí, ya que tanto la dama más elegante como el hombre más tosco quedan satisfechos con la calidad de mi trabajo. Pero ahora, en esta fría noche, qué poca utilidad tiene tanto conocimiento; qué poco tiene que decir la razón frente al amor; qué difícil se me hace dejar huella en su corazón.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Valor


Valor: Cualidad del ánimo, que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar los peligros. 

Siempre creí que el mayor grado de valor que una persona podía alcanzar en su vida se manifestaba en la realidad en clave de "hacer" o "acumular". Por ejemplo: Conseguir una meta, ya sea ser campeón olímpico, obtener el puesto de trabajo o título académico soñados, culminar con éxito un viaje, salvar una o varias vidas en una situación de peligro, etc. Esta era la idea de valor que normalmente aparecía en mi mente cuando meditaba sobre la noble cualidad. No obstante, la vida me ha ido enseñando mediante ciertas experiencias que dichos ejemplos no son el máximo exponente de valor que puede atesorar un ser humano, sino que, paradójicamente y siempre desde la vivencia personal, el mayor grado de valor que he podido experimentar ha resultado ser el no-valor.

Por no-valor me refiero a la aceptación. Aceptar la vida tal cual es con amor, es decir, abrazar todas las circunstancias y posibilidades que se manifiestan en nosotros, sin que nuestra felicidad dependa de ninguna de ellas. Aceptar que puedo llegar a obtener ese título académico o no, y que en ambos casos seguiré siendo todo lo que mi ser puede anhelar. Aceptar que podré tener ese trabajo o no tenerlo, que podré tener pareja o no tenerla, que podré vivir esa vida soñada o no vivirla. Aceptar las experiencias que nos toca vivir sabiendo que estas son neutras, carentes de color, y que el etiquetado de "buenas" o "malas" se lo damos nosotros según las ideas que abriguemos sobre ellas. Ya que como dijo Buda Gautama: "El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional", y este sufrimiento dependerá de cuán ligada esté nuestra felicidad con el exterior.

Hace falta valor para conseguir algo, para no estar satisfechos y buscar siempre ese extra que nos hará felices, para estar constantemente cambiando nuestra realidad. Pero hace falta mucho más valor para desprenderse (sobretodo de las ideas), para pararnos y respirar, para empezar a aceptar y a amar nuestra vida tal cual es, sin aditivos, sin querer cambiarla. Es entonces, al aceptarla y aceptarnos, cuando llega la libertad.

Adjunto una escena de la magnífica película titulada "El guerrero pacífico", que creo resume muy bien todo lo expuesto en esta entrada.



lunes, 4 de noviembre de 2013

In media virtus

No puedo dejar de compartir aquí un texto del brillante Emilio Carrillo; texto el cual forma parte de su libro titulado "Amor: Vida y Consciencia". Disfrutadlo.

In media virtus

La visión dominante  -productivista, consumista, vacía de valores, antagónica a cualquier percepción trascendente y espiritual del ser humano-  ensalza el exceso como ninguna otra cultura o tradición lo había hecho antes. Es más: como si fuera lo más normal, en torno al exceso se ha configurado una retórica  -algunos pretenden que hasta una épica-  amplificada por la publicidad y los medios de comunicación. El exceso  -sea en acumular riqueza, o en ganar medallas olímpicas-  se ha elevado prácticamente a la categoría de heroicidad. Y los periódicos y los informativos, por ejemplo, no destacan el quehacer de los verdaderos héroes  -que hay muchos, multitud de hombres y mujeres, por todo el planeta y en los más diversos contextos-,  sino el "éxito" del "triunfador", que suele ser un señor o señora que aporta mucho a si mismo y casi nada a los demás.

Por supuesto, el sistema económico vigente tiene que ver con ello. La Economía-Mundo lo contamina todo con su aroma mercantilista y sus reglas del comercio sin alma: poco importa el verdadero valor de las cosas  -valor intrínseco o de uso, en terminología económica-,  y todo se reduce a su precio  -valor de cambio y, a menudo, especulativo-. Es una auténtica subversión del orden natural de valores.

Para materializarla, se promueve una visión que mira siempre al mañana, a lo que pueda deparar el futuro, jamás al presente. El objetivo es obvio: que al colocar la mirada en un futuro virtual y frecuentemente quimérico, no observemos la realidad tal cual es. Todo nos alienta a plantearnos constantemente metas y retos para el mañana, sin capacidad de crítica, sin saber de verdad si son los nuestros o los que nos imponen, sin mirarnos nunca al espejo del hoy, de lo real.

Igualmente se nos anima a transgredir límites y fronteras. Y a esto se le llama disfrutar de la vida. A costa de lo que sea, incluso de nosotros mismos y nuestra auténtica identidad; y sin conocer por qué y para qué.

De este modo, se nos llena la mente de ruido, del ajetreo incesante provocado por la velocidad de un mundo "en progreso", "en avance", aunque nadie sepa bien hacia dónde. Todo vale, en definitiva, con tal de que no tengamos la mente limpia, libre, quieta, que es lo que nos permitiría conectar con nuestro Yo Verdadero, con nuestra dimensión profunda y divinal, logrando que Él y no el pequeño yo  -el ego-  tome el timón de nuestra existencia.

Casi nadie se sorprende por tanto dislate, aunque, paradójicamente, nos escandalizamos cotidianamente ante los nocivos efectos e impactos, individuales y colectivos, de tanta proclama aparentemente rompedora.

Nos hemos acostumbrado al cómodo ejercicio de seguir la corriente, transitando por la vía rápida de los extremos y renunciando a lo que Aristóteles definió y defendió como el "justo medio" ("in media virtus"), lugar de excelencia, según él, para la ética y la razón. De esta forma, el equilibrio está quedando, poco a poco, fuera del alcance de cada persona y de la sociedad. La propia crisis socioeconómica actual está íntimamente conectada con este hecho y esta concepción de las cosas.

Eso sí: afortunadamente empiezan a ser numerosos los seres humanos que se han percatado del desatino, y comienzan a enderezar sus vidas, no por el "sendero del miedo" al que nos arrastra sin remisión la visión imperante, sino por el aristotélico "sendero del medio". En él prima la moderación y el sentido común en la delimitación y cobertura de nuestras necesidades; se saborean las pequeñas cosas y los detalles, con alto valor de uso, pero bajo valor de cambio, así como el ahora, el presente, comprobando que es el único sitio donde la vida realmente existe; se buscan y se hallan espacios para el encuentro interior y experiencias de silencio; se constata que la transformación interior es la llave del cambio social y que se precisan ojos nuevos para lograr un mundo nuevo; se incrementa el compromiso con la Naturaleza y el planeta: nuestro gran hogar; y se disfruta por compartir con los demás y practicar un Amor cada vez más Incondicional.

En última instancia, la elección no es entre felicidad o no. Todo el mundo, sin excepción, quiere ser feliz. La clave radica en lo que se entiende por felicidad. Y aquí sí que hay que optar: entre un modelo de felicidad ajeno a nosotros  -impuesto: el que interesa a la visión y sistema vigentes-, y la felicidad tal como la vemos y percibimos: honesta, sincera y conscientemente desde nuestro interior.

La experiencia de los triunfadores, de los rompedores y de los que se aplican un modelo de felicidad ajeno a ellos mismos, nos indica con rotundidad lo que les espera al final del camino: frustración, insatisfacción, nostalgia sin objeto, estrés, depresión. La experiencia de los que han optado por el  "in media virtus" también es contundente: una felicidad equilibrada, duradera, armoniosa y hasta contagiosa.

¿Crees que esto último no es posible? Pregunta a las personas anónimas que marchan ya por el "sendero del medio". Observa a tu alrededor. Seguro que las hay muy cerca de ti.

Dualidad

Entonces me miró con afecto y me dijo:

Muchacho, debes saber algo.

En la medida en que creas en el éxito y el triunfo, en esa misma medida, creerás en el fracaso y la derrota.

En la medida en que creas que necesitas de algo o de alguien para ser feliz, en esa misma medida, serás un desgraciado si no lo consigues. Y aún en el caso de conseguirlo, sufrirás por el temor a la pérdida.

Ten muy en cuenta esto, pues tú eliges lo que quieres ver.

martes, 29 de octubre de 2013

Presente

Después de tantos años me acabo de percatar de que no uso los ojos. No los uso, cualquier ser, objeto o situación que cruza por mi vida no lo veo; no tal cual es. Me he dado cuenta de que lo que veo en realidad son ideas, pensamientos, ilusiones...

No me cruzo con esa chica, me cruzo con mis pensamientos sobre ella; no veo el tigre, veo mis pensamientos sobre él; no observo a mi amigo, observo mis ideas acerca de él.

¿Y yo me llamaba libre? ¿Cómo ser libre si me aprisiono de tal forma? Cuán importante es para alcanzar la libertad ver las cosas tal cual son, desde el momento presente, que es el único que existe, el único que tenemos, donde lo eterno se desenvuelve.

Desprenderme de todo juicio y dejarme sorprender, ya que cada momento de la vida es la primera vez que lo vivo y no puede ser definido. Relacionarme con el mundo y no con las ideas y pensamientos que tengo acerca de él. Dejar de usar las lentes del pasado y de tomar la droga del futuro para así ver con claridad el único lugar donde la vida se desenvuelve: el presente.

Tener, en definitiva, ojos nuevos para un mundo nuevo, libre de cadenas.

domingo, 27 de octubre de 2013

Un pañuelo rojo

Una pequeña y vieja caja de madera en forma de cofre. Dentro, un pañuelo rojo. Así de simple y rotundo. Ahora puedo enterrar esta caja lejos, muy lejos, y profundo, muy profundo, en los abismos del mismísimo fin del mundo. Es más, podría pedirle a alguien que lo hiciese por mí y desconocer así la ubicación de la misma. En ambos casos da igual, ya lo intenté y da igual.

Es el precio de la pregunta, que tarde o temprano la respuesta llega. Y si la abrazas y aceptas transforma toda tu realidad. Ya lo dijo el bueno de Einstein: "La mente que se abre a una nueva idea, jamás volverá a tener su tamaño original". Que certeza.

Esté donde esté la caja ya conozco su contenido. Soy incapaz de ignorarlo, pues ese pañuelo rojo lo cambia todo. Así lo elegí, y la incomprensión y desidia de mis semejantes me visitó. Así lo elegí, y otros buscadores aparecieron en mi vida para caminar junto a mí. Así lo elegí, y el ego, en su insoportable levedad, puso ante mí todo mi orgullo, mis miedos y mis anhelos.

Un pañuelo rojo dentro de una vieja caja. Un pañuelo rojo que ni sé ni quiero olvidar.

lunes, 21 de octubre de 2013

Hablemos de espiritualidad



Jesús, Buda Gautama y los demás Budas, Hermes Trismegisto, Lao-Tsé, Al-Hallaj, Muhammad Rumí, Mahoma, San Agustín, San Francisco de Asís, San Juan de la Cruz, Teresa de Calcuta, místicos y místicas americanos.... Y cuantos me dejo en el tintero.

Todas estas personas tienen algo en común, y es que a lo largo de sus vidas lograron un estado conciencial o de “iluminación” que les permitió ser conscientes de la esencia de la realidad, esa misma de la que hoy formamos parte. No deja de sorprenderme que todos ellos, aún separados física y temporalmente entre sí, llegaron mediante sus vivencias e introspección a las mismas conclusiones; todas ellas basadas en el Amor.

Cierto es que condicionados por su entorno sociocultural le dieron distinto nombre a aquello a lo que se referían, por ejemplo: Dios, Alá, Tierra Pura, Tao, Naturaleza, Energía, Fuente y tantos otros. Sus seguidores interpretaron sus enseñanzas, humanizándolas y encorsetando la espiritualidad, dando a luz así a las distintas religiones y sectas. Estas religiones o sistemas de creencias pusieron límites a la espiritualidad del ser humano, haciéndonos creer que debíamos regirnos por ciertos dogmas para ser aceptados por ese Dios exterior. Todo ello enfrentó y enfrenta al ser humano, consecuencia esta de ver únicamente la forma y no el fondo.

Como he mencionado, me impresiona sobremanera como hombres y mujeres que no coincidieron entre si física ni temporalmente llegaron a idénticas conclusiones. Y todavía me impresiona más el hecho de que la física cuántica más vanguardista esté demostrando, mediante la teoría de cuerdas o el principio holográfico por ejemplo, enseñanzas místicas datadas algunas de ellas en el año 2000 a.C. como pueden ser las leyes herméticas.

¿Todo lo que existe es lo que percibo con mis sentidos? ¿Soy lo que veo, pienso y siento? ¿Qué sentido tiene el sufrimiento? ¿Todas las personas denominadas místicas son simplemente dementes? ¿Qué ganan estas personas manifestándose como tal, siendo que históricamente han sido repudiadas, vejadas, desterradas e incluso asesinadas? ¿Los miles de testimonios de fenómenos paranormales o experiencias de tránsito son simplemente nada? ¿Qué sentido tiene esta realidad?


Siempre he creído que una buena pregunta es mejor que una buena respuesta, y las anteriormente formuladas son algunas de las que me motivaron y me motivan para profundizar y vivir la espiritualidad, para buscar un sentido más amplio de la realidad. Creo que hemos tenido y tenemos muchísimos clichés y prejuicios al hablar de este tema a causa de las religiones y sus luchas intestinas, pero también creo que ya es momento de remover esas viejas ideas y sacudir el polvo, empezando a preguntarnos el porqué de asuntos más íntimos y trascendentales, siempre desde una total libertad y el respeto propio y hacía los demás.

"Hemos estado completamente equivocados. A lo que le 
llamamos materia es sólo energía, cuya vibración ha sido 

reducida a un nivel perceptible por nuestros sentidos". 


Albert Einstein (1.879 - 1.955 d.C.)


"La idea de un Dios exterior, ajeno a nosotros mismos, y la búsqueda del bienestar en el exterior, fuera de nosotros mismos, son origen y causa del sufrimiento humano".

Nagual


"Nada reposa; todo se mueve; todo vibra".

El kybalion (Resumen de la filosofía hermética datada en 2.000 a.C.)


"Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos construimos el mundo"

Buda


"Y Él les dijo: Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: "Pásate de aquí a allá", y se pasará; y nada os será imposible".

Mateo 17:20



martes, 5 de marzo de 2013

Orden natural


Se privatizó el monte y se burocratizaron las colmenas. Se regularizó el río y se tramitaron los huertos. La hormiga ya no pudo recoger las semillas sin sus debidos permisos, y el halcón era multado si sobrepasaba los cien kilómetros por hora en sus picados. El conejo debió pedir licencia para hacer su madriguera y las ciervas se quedaron sin novios, al ser estos detenidos por posesión y uso de armas blancas. El árbol pagó religiosamente el canon de energías renovables y la libélula superó el examen de piloto. A la trucha se le prohibió nadar en aguas protegidas y el manzano se sacó el carnet de manipulador de alimentos. Los lobos fueron declarados asesinos y las mariposas registraron sus bellos colores como propiedad intelectual.

Y así, por fin, el ser humano suspiró.

lunes, 18 de febrero de 2013

¿Qué te cuentan tus botas?

Es extraño, pero a veces el mejor amigo para recordarte lo mucho que vales pueden ser un par de botas viejas y gastadas. Sé que suena raro, pero intentarlo. Cuando estéis desesperanzados y rendidos ante la vida, metidos en vuestra habitación, quedaros callados y escuchar, percibiréis una pequeña vocecita casi inaudible en un primer momento, pero que se vuelve cada vez más clara en cuanto identificamos y miramos el objeto que nos está hablando. En mi caso suelen ser un par de botas de montaña, pero puede ser cualquier otra cosa; desde un reloj de pulsera hasta un abrigo, da igual. Lo importante es que estos objetos inanimados han sido testigos continuos de una etapa de nuestra vida, y han visto tanto nuestras derrotas como nuestras victorias, y suelen ser estas últimas las que olvidamos con mayor facilidad. Por eso ellos nos las recuerdan.

Aquel examen que creímos imposible y aprobamos, el valor que tuvimos para decirle a esa persona lo que sentíamos, aquel proyecto que salió genial, aquella ocasión en que fuimos clave para ayudar a alguien, ese día que supimos escuchar, la vez que perdonamos, el día que llegamos tras un largo viaje... Todos nuestro triunfos, todas las veces que nos levantamos y lo conseguimos, todo eso es lo que ellos nos recuerdan. Y es normal, no permiten que creamos que su desgaste y deterioro ha sido en vano; tantas horas bajo el sol y la lluvia, tantos cambios de temperatura, roces, descosidos y golpes han sido para algo, y ellos lo saben muy bien.

Por eso, escuchemos sus pequeñas voces de vez en cuando, pues tienen mucho que contarnos.


martes, 5 de febrero de 2013

Soledad

Ya en la cama la abracé, la besé y le susurré un dulce te quiero; pero aún así su recuerdo nunca respondió.

lunes, 28 de enero de 2013

La visión de Verónica

Antes de leer esta entrada recomiendo leer la anterior, ya que ésta la complementa.



-Recuerda ir hoy a la peluquería Verónica -mi madre me habla sin mirarme a los ojos, inmersa en el papeleo de su despacho, como de costumbre-. Me ha costado lo mío meterte en la clínica y debes causar buena impresión.

-Buena impresión -me digo mientras salgo del despacho en silencio-. Llevo esa idea tatuada en la cabeza, en lugar de a su hija parece que le hable a su impresora.

Bien pensado, quizás nunca he sido más que eso para ella; una posesión más, como su porsche, su chalet o el inversor inglés al que se folla de vez en cuando. Para mi madre todo es material, todo son bienes a merced del mercado, cualquier cosa se vende y se compra. No existen las emociones, y si existen no son importantes. Esa es la clave del éxito.

Con el vestido rojo, los botines, una bufanda y el abrigo de lana salgo de casa, ensimismada, convencida en merecer por fin el reconocimiento de aquella que me dio la vida.

-Ahora todo será distinto -murmullo, mientras cubro mi cuello con la bufanda-. Le demostraré de lo que soy capaz, verá que ya no soy aquella inútil que está acostumbrada a tener por hija. Seré fuerte.

Al decir esto, mi mano derecha, casi como un reflejo, roza la superficie posterior de mi antebrazo, estremeciéndome por completo.

-Creo que ya no se notaran tanto... -digo mientras sigo caminando, evitando ensuciar mis botines con los distintos charcos que voy cruzando-. Ya hace casi un mes...

Recuerdo entonces aquella noche. Esa cena donde Álvaro me confesó algo que yo ya sabía desde hace tiempo; su romance con Silvia. El momento en el que por fin lo admitió. Fue justo cuando regresé de mi exilio, ya que por culpa de esa zorra tuve que irme lejos, no quise aguantar la vergüenza. La idea de que mi familia y amigas hablasen de la cornuda de Verónica se me hizo insoportable.

-¿¡Qué pudo ver en esa puta!? -lo que iba a ser un murmullo se torna en grito, ruborizándome-. No lo entiendo... -suspiro-. Esa noche pudo haber terminado todo... -un escalofrío recorre mi cuerpo al recordar un baño, sangre y cuchillas-. Soy una mierda...

Tomando aire y levantando la cabeza me recuerdo que debo ser fuerte, y llenándome de orgullo pienso que al final se hizo justicia. Álvaro prometió dejar de ver a Silvia y como muestra de su compromiso me propuso irnos a vivir juntos.

-A mi madre le parece un buen partido -me digo, sintiéndome dichosa por el reconocimiento-. Es guapo y tiene dinero, la verdad.

Entonces, al llegar a la esquina de la avenida veo salir a Alicia de su casa. Entro en tensión inmediata, pues no debe notarme vulnerable, pero me siento con la obligación de saludarla. Siempre he admirado a esa chica, maldita sea. Tan guapa y tan natural, haciendo lo que de verdad le gusta y sin tener que aparentar nada, sin el deber de ganarse el reconocimiento ajeno, sin el peso de una reputación a sus espaldas. Siempre tan trabajadora, desde que la conocí en bachiller la vida nunca le ha regalado nada, sino que se lo ha ganado todo a pulso. Es una auténtica luchadora.

-Mi madre estaría orgullosa de ella... -susurro resignada a la vez que dibujo una amplia sonrisa en mi rostro, empoderándome por completo, decidida a demostrarme a mi misma lo fuerte y auténtica que puedo ser; aunque me esté cayendo a pedazos por dentro.

domingo, 27 de enero de 2013

La visión de Alicia

-¡Ve al super a por huevos, Alicia! -me grita mi madre desde la cocina-. ¡Hay cinco euros en el monedero!

Me apresuro entonces, no sin desgana, a ponerme la chaqueta, coger el paraguas y salir de casa. Hoy hace un día frío y gris, de esos con viento y llovizna. Nada apetecible. De hecho, odiaría estos días si no me transmitiesen cierta melancolía. Es como si el mundo se permitiese estar triste, algo que deberíamos aprender los demás, vaya.

Nada más cruzar la calle, mientras me traslado a mi mundo imaginario para hacer más ameno el recorrido hasta el supermercado, veo una mano que me saluda desde la esquina. Es Verónica.

-Fetén... -me digo mientras dibujo una sonrisa artificial en mi cara y me acerco a ella.
-¿¡Cómo estás Ali!? -me pregunta, con esa mirada de orgullo y superioridad que la caracteriza.
-Bien, voy a comprar unas cosas al super -le respondo, intentando mantener la sonrisa, sabiendo ciertamente que le es indiferente mi vida o estado de ánimo, sino que lo que busca es otra cosa, otra pregunta.
-¿Y tú Vero? -le pregunto con todo el interés que soy capaz de transmitir-. ¿Qué es de tú vida tía?

Es entonces cuando un haz de luz relampaguea en sus ojos, sabiéndose poderosa, regodeándose en su propia gloria.

-¡Pues tía, que por fin me he ido a vivir con Alvaro! Justo cuando volví del viaje por India él me llamó, me invitó a cenar en el restaurante ese del río y me dio la sorpresa. ¿¡No es genial!? Verás, como su padre es promotor le ha regalado un piso de esos que compraba baratos para sacar dinero, y bueno, ¡si lo vieses! Es un ático enorme, y encima sus tíos se lo han amueblado, ¡estoy super ilusionada! Además Ali, adivina... ¡me llamaron para trabajar en la clínica! Mi madre tuvo que mover algunos hilos, pero al final el de recursos humanos se ve que es un antiguo compañero de clase y ya ves, ¡ni me ha dado tiempo a buscar trabajo! -entonces estalla en una carcajada.
-¡Vaya, que suerte! ¡Me alegro mucho Vero!
-¡Gracias! -mira su móvil-. Bueno tía, me voy rápido que tengo cita en la pelu. ¡Un besito! ¡Te veo muy guapa!
-Gracias, hasta luego. -le respondo mientras ella se marcha radiante.

Sigo entonces caminando, con las manos en los bolsillos de la chaqueta y la mirada dirigida al tramo constante de acera que hay a dos metros por delante de mi.  

-Yo también te veo muy guapa Vero -digo con frustración para mis adentros, mientras el fuerte viento despeina mi ya despeinado pelo-. De hecho, ojalá fueses un adefesio, a lo mejor así te cortarías un poco antes de vomitar tu afortunada vida a los demás.

Una carrera de filología pagada sirviendo cubatas y enseñando escote, viviendo con mis padres todavía, en paro y sin un duro para llevar ese tren de vida de cenas, cines, fiestas y viajes. Esa soy yo. La chica que va a comprar huevos mientras una de sus conocidas, hoy en día también llamadas amigas, se folla al tío bueno de su novio en la terraza de su nuevo ático.

martes, 22 de enero de 2013

Elección

No es que le faltase valor, no era eso en absoluto. Como todas las personas él también tenía miedo, por supuesto, eso es inherente al ser humano, pero sabía superarlo; ese no era el problema. Así pues, no era la falta de valor la cuestión, ya que su vida, aún con veintipocos años, le había dado sobradas ocasiones para demostrar su valía y superar situaciones difíciles. Él sabía que si se empeñaba podía conseguir aquello que se propusiese, lo había hecho antes.

El gran problema, o al menos él así lo veía, era la elección. O más que la elección, la renuncia. Le aterraba comprometerse con un camino, elegir una senda y dejar de disfrutar las demás. Quería gozar de la vida en todas sus facetas, y por ello ansiaba hacer demasiadas cosas, le gustaban multitud de vidas distintas, pero él solo tenía una.

Quería ser escritor, también emprendedor, naturalista, marinero, terapeuta, viajero, esgrimista, vividor, padre de familia, periodista, agricultor y un sin fin de cosas más. Era un enamorado de la vida y de las vidas, y eso le tenía bloqueado. No disfrutaba de su vida por miedo a renunciar a las demás; así que ahí estaba, parado ya demasiado tiempo frente al cruce de caminos, viendo pasar gente y tiempo... Sabiendo que ahora era él quien debía mover pieza.