Y me dijo la ardilla: Si no logras
cumplir tus sueños es porque no sabes lo que quieres. Yo recojo
frutos para el invierno, hago un nido para cobijarme del frío y
salto de árbol en árbol para explorar mi mundo. También juego con
otras ardillas y tengo crías a las que cuido; esa es mi vida y así
soy feliz. Tu problema y tu virtud es que eres humano, y los humanos
sois excepcionales en muchas cosas, y eso os confunde. Yo no puedo
volar como el cernícalo ni nadar como la nutria, tampoco excavo como
el topo ni acecho como el zorro, pero en cambio sé trepar y saltar
muy bien. Por eso hago lo que hago, porque sé hacerlo y me hace
feliz, estoy hecha para eso. No comparo mis cualidades con las de los
demás animales, ya que terminaría agotada, frustrada y perdida, al
igual que tú hoy. Aunque dedicara mi vida entera a intentar nadar
como la nutria nunca conseguiría siquiera imitarla; cualquier cría
con unas semanas de vida exhibiría mis carencias, pues por mucho que
me empeñe yo no soy una de ellas. En cambio, ellas admiran mi forma
de volar entre las copas, mis peripecias y equilibrios en el mar de
ramas que tengo por hogar; eso es para lo que valgo y lo que me hace
especial.
Por eso, chico perdido, siempre he
dicho que un buen salto no es mejor ni peor que el picado de un
halcón, sino igual de especial, pues ¿qué sería del bosque sin ese
salto?.
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