jueves, 28 de junio de 2012

Noche de discoteca


Todos sus esquemas se vienen abajo mientras baila en la discoteca como si no hubiese mañana. Con tres litros de cerveza negra en el cuerpo mira a su próximo objetivo, una chica de pelo castaño y divina figura que baila sensualmente junto a sus amigas en una esquina de la pista. Es una de esas sílfides que baila pronunciando sus curvas y tocándose el pelo, una de esas que te dice con su baile como va a hacer el amor. De esas que es deseada y lo sabe.

Nada tiene sentido esa noche, o quizás si, quizás todo tenga más sentido que nunca esa noche. Lo aprendido en su entorno hasta la fecha pierde la razón de ser, todo lo que sus padres, sus amigos y sus maestros le enseñaron carece de valor, nunca le hizo feliz seguir sus consejos, sus limitantes consejos. Un hombre no debe llorar, un hombre debe ser romántico, un hombre debe ser educado, un hombre debe ser respetuoso, un hombre debe ser responsable... Hoy sabe que es libre, y lo mejor, sabe como romper esas invisibles cadenas que lo han atado durante tanto tiempo. Cada sonrisa forzada acumuló un insulto, cada “lo haré” comprometido acumuló una irresponsabilidad, cada silencio complaciente acumuló un puñetazo... solo era cuestión de tiempo explotar. Ahora lo único que quiere es vivir; vivir con todas las consecuencias.

Se acerca a la chica tranquilamente, derrochando seguridad, pues nada tiene que perder. Al igual que a la dama la fortuna de la vida también le dotó a él con buen semblante, y como no, lo sabe y lo aprovecha. El plan a seguir es el de siempre, romper el hielo con alguna frase hermosa que denote seguridad en si mismo a la vez que interés por ella, una de esas frases que deje leer entre lineas algo como: “Tienes mucha suerte de que yo esté interesado en ti, aprovéchalo guapa”. Por suerte, él tiene el don de la palabra y esto no resulta una complicación, creando en pocos minutos una conversación e invitándola a una copa. Chapó.

Si algo ha aprendido en todos estos años de chico bueno es que la educación es una auténtica basura. No la educación académica, sino la moral, la emocional. Desde pequeño mamó las angustias de su familia, le enseñaron a ponerse la máscara con la que debía salir a la calle, aprendió que ante una injusticia debía ceder, que debía respetar a los demás por encima de si mismo, que hacer lo que de verdad deseaba era ser egoísta. Y esto le llevó hasta el extremo.

Unas miradas con deseo, unas sonrisas pícaras y un beso apasionado, está hecho. Ella se aprovecha de él y él de ella en un baile de seducción donde los pasos son los besos, unos más húmedos y lentos, otros más rápidos y agresivos. Y así prosigue la noche, bebiendo a la par labios y cerveza. El estómago le ruge, tiene hambre y recuerda el puesto de frankfurts y hamburguesas que hay afuera, así que sin más se despide de su amante nocturna, sale de la discoteca, pide un perrito caliente y se sienta en el bordillo de la acera a comérselo. Entonces, reconoce entre la multitud de Homo aparentis a un amigo marroquí y le invita a sentarse junto a él para comer algo, éste acepta y conversan alegremente.

Siempre fue el chico ideal para su gente cercana, “¡qué chico más bueno!” le decían, “¡qué educado!”, “¡nunca se enfada, que encanto!”; mientras tanto en su interior acumulaba el “no me da la gana” que no dijo en tantas ocasiones y el “eres un auténtico gilipollas” que se calló por la maldita educación, aunque el destinatario lo mereciera con creces.

Allí está gozando de la noche cuando sale por la puerta la damisela de la que disfrutó unos momentos antes, y ésta, mirándolo le dice sin palabras: “no es posible que me haya besado contigo, mírate, allí estás sentado en la acera junto a un moro y un borracho dormido, ¡vaya paria social!”. Así que simplemente gira la cabeza y sigue caminando con sus amigas hasta perderse entre la multitud. Entonces él y su amigo se miran y se echan a reír con verdadero ímpetu, ya que ambos, gracias a largos años de palos, han llegado a la misma verdad, esa verdad que les hace ser como son, auténticos y fieles a si mismos en todos los sentidos.

Aparecen


Aparecen, dejan su esencia en forma de recuerdo y se marchan. Recuerdos dulces, ejemplares, que sin querer te hacen sonreír, una sonrisa pura, directa del corazón, que revive aquel sentimiento que un día ellos crearon en ti. Son personas anónimas, o no, que el día más cualquiera de todos te enseñaron con un simple acto aquella clase de ser humano que quieres llegar a ser. Te hicieron ver que no estabas solo y que, por suerte, existe gente buena.


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Treinta radios convergen en un solo centro;
Del agujero del centro depende el uso del carro.
Hacemos una vasija de un trozo de arcilla; es el espacio vacío de su interior el que le da su utilidad.
Construimos puertas y ventanas para una habitación; pero son estos espacios vacíos los que la hacen habitable.
Así, mientras que lo tangible tiene ventajas, es lo intangible de donde proviene lo útil.


Lao Tse

domingo, 24 de junio de 2012

Nueve reinas

Hoy me gustaría recomendaros una película que pille el otro día en la televisión por casualidad y que inmediatamente después de verla entró a formar parte de mi top ten de películas favoritas. Esta se titula nueve reinas, y es un film argentino de esos que no te dejan indiferente. Con una trama callejera, enrevesada y cruda te sumerge de lleno en el mundo de los estafadores, carteristas, rateros, falsificadores y demás personas que hacen lo posible por sobrevivir en una sociedad donde cada vez es más difícil ganarse la vida honradamente. Una genialidad que mezcla la sutileza de Ocean´s y la crudeza de las calles, ¡Chapó!.


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"Y al llegar el invierno la cigarra exigió 20.000 millones a las hormigas y ellas aceptaron. Para dar confianza a las otras cigarras. Fin"  @EspeonzaAguirre vía Twitter.

viernes, 22 de junio de 2012

Lo que conlleva ser humano

Se debe haber probado la envidia, el odio, la desesperanza, el miedo, el pesimismo, la culpa y todas las demás emociones negativas para comprender que no son lo que queremos en nuestra vida, para entender mediante el sufrimiento que la felicidad es una elección, pero comprendiendo también que el sufrimiento llega para hacernos crecer, para enseñarnos algo, y siendo conscientes de que éste pasará de largo en un tiempo, pues como bien decía Heráclito: "Lo único permanente es el cambio".

Soy y no parezco, porque un día fui pareciendo;
si soy respetuoso es porque fui un tirano,
si soy hábil es porque fui el más torpe, 
si soy valiente es porque fui un cobarde,
si hoy tengo esperanzas es porque un día no albergué ninguna,
así es, soy lo que soy porque un día fui aquello que hoy no quiero ser.
Por eso amigo, si estás perdido, confundido y sin ilusión por vivir, piensa algo:
Otoño no dura todo el año, por largo que parezca.
Simplemente sigue caminando.

Por eso, no te sientas culpable al odiar, de hecho, odia, odia hasta que no quede ni una gota, hasta que llores de odio, hasta que odiar pierda el sentido, pues nada llega con él, solo odio.

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-Maestro, ¿qué es el amor?
-Es la ausencia de todo miedo.
-y ¿a que tenemos miedo?
-Al amor.

martes, 19 de junio de 2012

El valor de las cosas

Hoy me gustaría compartir una historia zen que leí hace poco, uno de esos relatos que le hacen a uno reflexionar y vislumbrar aunque sea por un instante la verdadera naturaleza del ser humano. Espero que os guste.


“Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?”

El maestro, sin mirarlo, le dijo:

-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después…- y haciendo una pausa agregó: Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

-E…encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

-Bien- asintió el maestro.

Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete ya y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió.

Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.

Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.

Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas- y abatido por su fracaso, monto su caballo y regresó.

Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.

Entró en la habitación.

-Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

-Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar.

El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

-¡¿58 monedas?!-exclamó el joven.

-Sí -replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… si la venta es urgente…

El Joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.