miércoles, 30 de noviembre de 2011

Enhorabuena Palestina

Ayer el estado de Islandia nos volvió a dar una lección de buena política, aunque nosotros, países todopoderosos estemos demasiado ocupados mirándonos el ombligo. Ayer, día 29 de noviembre de 2011, Islandia decidió en su parlamento reconocer a Palestina como un estado independiente y soberano, exigiendo la instauración de las fronteras de 1967 entre Israel y Palestina.

Creo que deberíamos ir pensando en tomar nota de las cosas que va haciendo aquella isla por esas frías latitudes, porque de momento ha conseguido salir de la crisis sin hacer caso al FMI y ha ayudado más a Palestina con esta decisión que la propia ONU en toda su historia. ¡Chapó!.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Otoño

Otoño, con cada hoja caída me recuerdas la importancia del desprendimiento, lo esencial de la renuncia para poder sobrevivir, como el árbol hace con sus hojas uno mismo debe hacer con su vida, aunque aquello de lo que te desprendas te haya dado la vida antes, como las hojas...

Y como las hojas, aquello a lo que renuncias se transformará en experiencia, terminando en las raíces, descompuesta, para formar parte de ti mismo y así ayudarte a crecer. El maestro árbol lo hace parecer muy fácil, y en realidad lo es, me dijo, el truco está en comprender que no es una pérdida, sino un ciclo, pero yo todavía soy aprendiz, y aún me aferro a aquello que fui y ya no soy, a aquella majestuosa fronda que lucí un buen día de primavera.

Pero la dicotomía es clara, o renuncio a mis hojas o el frío invierno terminará conmigo, la naturaleza lo tiene claro, y yo, como parte de la misma debería tenerlo, aunque me duela horrores verlas morir... aunque sean tan bellas como lo son, aunque tenga sus colores y sus fragancias grabadas a fuego en mi corazón.

martes, 22 de noviembre de 2011

¿A quién pertenece el patrimonio cultural?

"Solo está la vida, la muerte y el patrimonio cultural", con esta afirmación tan tajante el ilustre Don Daniel Benito Goerlich consiguió hipnotizarme por completo durante su intervención en el seminario de Historia y patrimonio de la Universidad Jaume I, el cual inauguró él mismo con una charla verdaderamente interesante que intentaba, y de hecho consiguió, responder a la pregunta que da nombre a esta entrada.

"La vida es una cara de la moneda, la muerte es la otra cara, y el perfil, el grosor de la misma, ¡eso es el patrimonio cultural!", ya que "el hombre es el único ser vivo que sabe de su muerte", y por ese motivo, la única forma de sobrevivir a la misma es mediante el patrimonio cultural, en el recuerdo, como el Aquiles que viaja a  Troya pese a saber su trágico destino. Por todo ello el patrimonio cultural, tanto el material como el inmaterial, es algo venerable que debemos preservar, pues merece todo nuestro respeto.

No obstante, en este punto de la reflexión a uno le asaltan dudas del tipo: entonces, el canibalismo, ¿debe ser respetado al ser patrimonio cultural?, "No, o por lo menos aquí (en España) no, ya que también es patrimonio el hecho de superponer la razón a la barbarie, es nuestro patrimonio". De todas maneras, este tema es bastante subjetivo e incendiario, y seguramente puede llevar a largos debates, así que proseguiré mi entrada hacía la resolución de la pregunta planteada.

"Debe entenderse posesión y propiedad", y estos términos la RAE los define así: `Posesión: Acto de poseer o tener una cosa corporal con ánimo de conservarla para sí o para otro', y 'Propiedad: Derecho o facultad de poseer alguien algo y poder disponer de ello dentro de los límites legales'. Así pues, el patrimonio cultural no es propiedad de nadie, sino que es posesión de un pueblo concreto, siendo de todos y de nadie a la vez, ya que "aunque todos los habitantes del mundo nos uniésemos y votásemos para modificar algún aspecto de nuestro patrimonio humano, no tendríamos legitimidad para hacerlo", pues el patrimonio de la humanidad "es tanto nuestro como de aquellos que murieron y de los que han de nacer".

Con esta brillante argumentación, además de con una retórica excepcional durante toda la conferencia, Don Daniel Benito Goerlich nos mostró a los asistentes la importancia de preservar el patrimonio cultural y de promover su conservación, ya que este patrimonio son los peldaños que nos han regalado nuestros antecesores, peldaños que nos han permitido empezar nuestra vida a partir de un cierto nivel, y que nosotros deberemos ampliar para pasar el relevo a las siguientes generaciones.

martes, 8 de noviembre de 2011

Mi abismo

Despierto y allí estoy, en el último lugar de la tierra donde querría estar. Coordenadas 11º 22' N / 142º 36' E, me retumban los números en la cabeza, coordenadas 11º 22' N / 142º 36' E, me vuelven a retumbar. "Sabes, preferiría que me sacarán las entrañas por la boca antes que visitar aquel lugar, ¡así te lo digo!" me dijo hace tiempo un viejo marino ya fallecido, "¡es hogar de Satanás!". Mientras tanto, poco a poco voy sumergiéndome, hundiéndome en aquella fosa abismal, sin atreverme a mirar hacía abajo, aterrorizado. Me viene a la cabeza la canción de Jorge Drexler titulada El sur del sur, y se me desencaja la cara por el pánico. Entonces levanto la vista y observo la obra viva de un modesto navío, incluso puedo observar la botavara saliendo por estribor, guiando a su vela seguramente tostada por el sol. Yo antes estaba allí.

Cada metro torna al astro rey más tenue, más distorsionado, y al agua más fría, más oscura. La presión no me afecta, debo enfrentar a mis fantasmas hasta el final, sería muy fácil morir al inicio. "La fotosíntesis puede darse hasta los 150 metros, a partir de este punto reina la oscuridad" escuché en un documental hace poco, y sigo bajando, tiritando. Mis movimientos son lentos, torpes, ni mis ojos ni mis oídos sirven allá abajo, en medio de aquella basta cantidad de océano, en aquel oscuro y hostil abismo, donde la seguridad se convierte en utopía. Calamares gigantes, peces con largos y afilados dientes, trampas bioluminiscentes tras las cuales se esconden verdaderos monstruos, miles de imágenes invaden mi mente mientras sigo bajando, ya sin apenas distinguir lo que hay a dos metros a mi alrededor. Mi cuerpo se tensa hasta el extremo, más por estar a la espera de ser engullido por alguna bestia marina que por la gélida temperatura.

Sigo recordando, "Su punto máximo es de 11.034 metros", entonces, antes de quedarme totalmente ciego veo sombras, o más bien manchas negras que me rodean; noto algo rozar mis piernas. El espanto se apodera de mi. Yo lo elegí.

"Si hubiera en total dos sitios, sería el segundo, el fin del mundo..." Jorge Drexler, El sur del sur.