domingo, 9 de diciembre de 2012

Su mirada

Nunca he vuelto a ver una mirada como la suya en aquel momento. Es curioso pensar que él no hubiese imaginado nunca que ahora mismo yo estaría escribiendo sobre su mirada, sobre aquello que me transmitió y que nunca lograré comprender por completo. Pero cosas de la vida, aquí me hallo, delante de una pantalla y dándole a la tecla, intentando explicarme a mi mismo aquello que se me escapa... aquella mirada; su mirada.

¿Cómo definirla? Si tuviese que asignarle un adjetivo sería el de "infinita", ya que me acompaña desde mis catorce años, y cada vez que la pienso le descubro nuevos matices, nuevas sensaciones y nuevos sentimientos. Fue la mirada de un hombre que se descubre a si mismo, que se ve desnudo ante lo inevitable. La mirada de alguien que se sabe con dos meses de vida. La mirada de un padre a su hijo.

No puedo explicar lo que él sintió y pensó, pues sencillamente no lo sé, pero sí puedo escribir aquello que yo vi en sus ojos claros. Vi vacío, una mirada vacía, que atravesaba cualquier cosa que yo pudiese ver, perdida en una lucidez estremecedora, como si, de repente, él hubiese descubierto la gran verdad de esta vida. Al mismo tiempo vi un gran terror, el peor terror, aquel que en lugar de hacerte temblar y gritar te sume en el más profundo de los silencios; ese terror de la completa certidumbre. Eso vi.

También vi amor, un amor como ningún otro, un amor que no lo transmitió un " te quiero" o un abrazo, sino su clara e inabarcable mirada. Esa misma que me atravesó sin yo saberlo, esa que cambió el rumbo de mi carabela.

La mirada de un desconocido al que hubiese anhelado conocer. 


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