domingo, 27 de octubre de 2013

Un pañuelo rojo

Una pequeña y vieja caja de madera en forma de cofre. Dentro, un pañuelo rojo. Así de simple y rotundo. Ahora puedo enterrar esta caja lejos, muy lejos, y profundo, muy profundo, en los abismos del mismísimo fin del mundo. Es más, podría pedirle a alguien que lo hiciese por mí y desconocer así la ubicación de la misma. En ambos casos da igual, ya lo intenté y da igual.

Es el precio de la pregunta, que tarde o temprano la respuesta llega. Y si la abrazas y aceptas transforma toda tu realidad. Ya lo dijo el bueno de Einstein: "La mente que se abre a una nueva idea, jamás volverá a tener su tamaño original". Que certeza.

Esté donde esté la caja ya conozco su contenido. Soy incapaz de ignorarlo, pues ese pañuelo rojo lo cambia todo. Así lo elegí, y la incomprensión y desidia de mis semejantes me visitó. Así lo elegí, y otros buscadores aparecieron en mi vida para caminar junto a mí. Así lo elegí, y el ego, en su insoportable levedad, puso ante mí todo mi orgullo, mis miedos y mis anhelos.

Un pañuelo rojo dentro de una vieja caja. Un pañuelo rojo que ni sé ni quiero olvidar.

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