domingo, 22 de diciembre de 2013

Soledad del incomprendido


Qué frío se siente cuando se sufre de soledad.
No la soledad de aquel que está solo, sino la otra,
aquella de sonrisas de cemento y corazón helado;
esa de lágrimas retenidas en ambiente festivo;
la de ecos de gritos interiores.

Frío que nace de lo más hondo del ser;
frío inconfundible, encarnado en aquel que,
aún rodeado de personas, se siente desterrado.
Desconsuelo de miradas y suspiros.

Donde ayer encontró puertas abiertas, hoy encuentra murallas.
Donde habitaba el diálogo, ahora lo ocupa la incomprensión.
Fuentes que manan aguas que ya no le sacian.

Negro entre blancos,
blanco entre negros,
demasiado de ambos entre grises.
Ese es él.

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