sábado, 26 de febrero de 2011

Berlusconi, un dictador electo

Recuerdo que la primera vez que escuché el apellido Berlusconi la primera palabra que me vino a la cabeza fue burlesco, y la verdad es que, poco a poco, el tiempo parece que haya ido dando la razón a aquella primera e inocente impresión, pues da la sensación de que el primer ministro italiano se mofa constantemente de sus ciudadanos, del sistema democrático en general y del judicial en particular. 

Todos conocemos el último escándalo de Il Cavaliere, el caso Ruby, por el cual Silvio está acusado de delitos de abuso de poder y de prostitución de menores, ya que se cree que la supuesta Ruby le hacía los "favores" al primer ministro cuando tenía solamente 17 años de edad. Este escándalo por sí solo es intolerable para un primer ministro, pero si a esto le sumamos las fiestas privadas en su lujosa villa de Cerdeña, donde él y sus invitados están alegremente acompañados de hermosas damas, la moralidad de Berlusconi se vuelve un insulto para todas las italianas.

Esto es alarmante, sí, pero ahora llega la gran pregunta: ¿cómo es posible que Berlusconi haya superado sin grandes problemas las dos mociones de censura a las que le sometió la oposición?; pues la respuesta la lanzó al mundo hace poco Gino Bucchino, un diputado del Partido Democrático, y ésta viene a decir lo que todos nos olíamos hace ya tiempo: Il Cavaliere compra votos parlamentarios. Según un artículo de RTVE que habla sobre el tema "los responsables del parlamento italiano son una legión de prófugos de diferentes partidos a los que solo les une evitar la caída de Berlusconi". Esto es altamente preocupante, ya que Gino Bucchino asegura que le ofrecieron 150.000€ y la segura reelección a cambio de su voto favorable hacía el primer ministro, así pues, si esto es cierto y Silvio lo practica a menudo, puede que la frase antes citada de RTVE sea verídica, y muchos de los diputados presentes en el parlamento italiano estén comprados con el objetivo de mantener una corrupta simbiosis con Berlusconi, gracias a la cual ellos tendrán su puesto y sus sueldos asegurados mientras el patriarca no caiga.

Éste es un punto fuerte del primer ministro italiano, pero no el único. Los diputados comprados servirían de bien poco si la población italiana estuviese al corriente de los tejemanejes de su gobierno, pues al fin y al cabo son los electores los que dan el poder a un partido u otro. Por estar al corriente de la situación política me refiero a estar informado de la forma más objetiva posible, es decir, pudiendo contrastar información de los distintos medios y sin informaciones manipuladas con un fin concreto. Esta tarea es ardua difícil en Italia, ya que Silvio Berlusconi, como magnate mediático que es, controla el 90% de la televisión italiana y una gran parte de la prensa escrita, por lo que la objetividad de la información es seriamente dudosa. Esto se ve claramente en las encuestas de popularidad realizadas en 2009, en las que Berlusconi tenía una popularidad del 74,8%, a pesar de la crisis y en contra de la tendencia de los demás dirigentes europeos.

Está gran arma, la cual le asegura a Silvio tener un rebaño manso y obediente, es la que atrae a su tercer punto fuerte, el pastor del rebaño, o lo que es lo mismo, la iglesia. Esta institución se ve complacida por el primer ministro ya que éste pone todo su aparato mediático al servicio de la misma, promocionando campañas eclesiásticas como las de la eutanasia o el aborto. Este servicio, por supuesto, no es gratis, por ello la iglesia apoya a Berlusconi cuando éste es atacado por algún opositor, y es abiertamente solidaria con su gobierno, haciendo así afines a Berlusconi a muchos creyentes. Así pues vemos otra gran simbiosis política, propaganda a cambio de votantes y defensa, una maravilla.

Con todo esto y rememorando el inicio de esta entrada creo bastante acertado describir a Berlusconi como un personaje burlesco, alguien que se dedica a la política sin creer en la misma, pues comprar votos, utilizar el poder público para fines privados y engañar a los ciudadanos pueden ser muchas cosas, pero no política, aunque sea lo que todos estemos acostumbrados a ver.

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