lunes, 24 de febrero de 2014

Bravo Évole


Llegó Jordi Évole, se disfrazó de Orson Welles y nos la metió doblada. Personalmente nunca me informé mucho sobre el hecho acontecido el 23 de Febrero de 1981, no obstante, sí que sabía que era un episodio de nuestra historia nacional dónde quedan muchos interrogantes aún hoy por resolver. Así pues, y tras la intriga generada por Évole durante estas semanas, anoche me sumé a la audiencia de La Sexta. Y sí, Operación Palace me engañó por completo.

Hay que ver cómo nos jode a los españoles saber que nos han tomado el pelo. Por eso quizás no nos lo dicen muy a menudo. Operación Palace, lejos del sensacionalismo causado por nuestro herido ego, ha sido un jarro de agua fría para la ciudadanía; una bofetada a la conciencia individual y colectiva. Me ha impresionado sobremanera lo manipulables que somos, sobretodo cuando la información que nos llega proviene de personas o medios que creemos fiables. Y ojo, los creemos fiables no porque lo sean, sino porque otros nos han dicho que lo son. Esto es lo que, a mi parecer, deberíamos rescatar del polémico reportaje.

En definitiva, el experimento de Évole me pareció magistral, consiguiendo atrapar a seis millones de personas en su farsa. Es, sin duda, una llamada al pensamiento propio y crítico, a que pongamos en tela de juicio todo aquello que los medios nos dicen que es la realidad. A que dudemos de la palabra de los que dicen informarnos o gobernarnos, por muy bien vestidos que estos vayan.

Así de fácil es cambiar la historia. Y así de fácil es que nos la creamos y la defendamos. Bravo Évole.

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