Desde tiempos inmemoriales las personas hemos necesitado de una razón de ser, hemos querido saber que nuestro paso por este mundo no es en vano, que tiene que existir algún significado para que estemos hoy aquí; queremos saber, en comparación con los demás animales, quienes somos.
Por ello hasta no hace muchos años la mayor parte del mundo occidental se ha regido por una serie de creencias y hábitos agrupados en una ideología: la religión cristiana. Esta religión hace adoptar a quien la acata una serie de valores e ideas que van mucho más allá de la dimensión carnal de la vida; dice que se posee un alma inmortal, que el paso por este mundo es un mero trámite para la vida eterna, y más allá de todo eso dice que se ha de respetar al prójimo, que no ha de practicarse el mal ajeno, que se debe amar a todo aquel que es igual a ti mismo y que por encima de todo hay una deidad superior e infinita que te ama. En definitiva da una serie de patrones de comportamiento y unas ideas que acaban definiendo al individuo en mayor o menor medida, haciéndole consciente de como es y por consiguiente de quien es.
No obstante, hoy por hoy, en tiempos en los que los avances científicos y tecnológicos han demostrado una teoría evolutiva altamente veraz y que nos han hecho ver que no somos más que una composición de carbono con estímulos eléctricos en un planeta insignificante de un universo tan vasto como sobrecogedor, nosotros, simples mortales, nos sentimos acongojados y vacíos de esa respuesta que nos daba la religión y que es esencial para que todo ser humano pueda vivir sin pena ni gloria, aquella que responde la gran pregunta... ¿quién soy?.
Por ello hemos tenido que adaptarnos y rellenar ese vacío dejado por la religión, y lo hemos hecho, aunque parezca mentira, estableciendo el consumismo como nuestra nueva fe. Esto quiere decir que actualmente adquirimos productos no solo por sentirnos en igualdad de condiciones con las demás personas consumistas, sino que los adquirimos para definirnos a nosotros mismos, es decir, si compramos un llavero de Greenpeace y no otro es porque la mayor parte de las veces conscientemente o subconscientemente queremos vernos como personas concienciadas medioambientalmente; o si pagamos para irnos un mes a Bangladesh en lugar de a Londres es porque nosotros mismos queremos autodefinirnos como personas aventureras y/o comprometidas con la desigualdad en el mundo, etc. Así pues la gran variedad de productos y servicios que existen actualmente en el mercado y que están a nuestro alcance nos sirven para ir definiéndonos, para ir conociéndonos en profundidad y para poco a poco ir forjando nuestra personalidad.
Todos somos partícipes de esta autorealización personal consumista, sin ir más lejos yo mismo escribo en este blog para autodefinirme como alguien pensante, y claro está que consumo el servicio de internet para lograrlo. No obstante esta práctica no es perjudicial en su justa medida sino que el daño se produce cuando se combinan empresas ávidas de ventas y mentes insatisfechas e infravaloradas a causa de una sociedad basada en prototipos, es entonces cuando estas empresas nos segmentan en distintos tipos de usuarios y empiezan a crearnos necesidades que antes no teníamos, como por ejemplo la de adquirir unas zapatillas Converse si nos creemos personas urbanas y originales, o la de comprarnos el nuevo perfume de Loewe si nos autodefinimos como alguien con estilo.
Personalmente creó que esta idea puede estar bien como complemento para autodefinirnos nosotros mismos y como parte de una sociedad, pero no para tenerla como máxima de comportamiento. Quizás nos hayamos dejado deslumbrar por el materialismo y el hedonismo excesivos, sin darnos cuenta de que por el camino se nos han ido cayendo valores y principios que a mi parecer hoy son más necesarios que nunca.
Y eso que no hablaste sobre la navidad, ese hermoso regalo de Dios.... hermoso para gastar en regalos.
ResponderEliminarJajaja, la verdad es que si, es una lástima que se haya impuesto esa idea de comprar para demostrar que aprecias a alguien... es la solución fácil.
ResponderEliminarMuy bueno, como de costumbre, pero... En parte estoy de acuerdo, hasta la religión se ha convertido en una práctica consumista, pero por otro lado, hay valores que tenemos cada uno dentro de nosotros. Yo misma, de pequeña no me despegaba de la bíblia, la llamaba "el libro dorado" o algo así, me encantaba porque hablaba de amor, del perdón, de ayudar a quien lo necesita,... Pero cuando creces y ves que hasta esa religión, que desde la infancia te alimenta (y eso que considero que mi família no es religiosa), esos valores tan fundamentales, se oscurecen con el cosumismo, la política y todo lo que arrastra el cristianismo, por ejemplo en mi caso, te das cuenta de que es un gran negocio, y te desengañas, y le ha pasado a muchísima gente, generación tras generación. La lástima de todo esto es que, unos valores como son el respeto hacia los demás, la unidad, la paz, el amor, el culto al cuerpo, la práctica de técnicas para uno sentirse sano y feliz... Todos estos valores tan importantes, los han tirado por los suelos los mismos que predican con ellos, por tanto, así andamos, en un mundo cada vez más egoísta, donde las religiones lo que hacen es dividir a la humanidad, en lugar de unirla. Cada uno puede creer y actuar por lo que su corazón, su alma, su Yo interior, como lo quieras llamar, le transmite, pero siempre respetando a los demás, piensen igual o contrariamente a lo que sientas tú. Cuando esto ocurra, todo cambiará, y Yo tengo Fe de que pronto llegará, ya que todo lo demás huele a podrido desde hace mucho, mucho tiempo. Espero no haber molestado a nadie.
ResponderEliminarMuchos besos!!!
Muy buena reflexión Jara, como bien dices es una lástima que las religiones puedan interpretarse como cada institución quiera, como es el caso de la iglesia católica. Cuando algo se interpreta a gusto de cada uno se ocultan algunas cosas y se exageran otras, y la putada es que esas instituciones mueven masas.
ResponderEliminarPues si...Besos!
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