miércoles, 20 de octubre de 2010

Ruido mañanero

Ruido mañanero, desde el calor de la cama te escucho,
caprichosa sinfonía es la que suena según donde se encuentre mi almohada, así pues te describiré desde donde es más maravillosa tu canción, mi lecho más rural...

Antes de los primeros rayos solares, todavía en el alba, golpes entremezclados suenan, toscos, rotundos, como si el metal y la madera volviesen de su libertinaje nocturno. Si continuamos atendiendo al ambiente escucharemos alguna tos, algún carraspeo... algún paso de botas curtidas por su dueño.

Ya con el primer rayo de sol saludando a los madrugadores
una pesada y austera puerta se cierra, no sin antes ser acompañada por su coro de lamentos de bisagras, ya cansadas de soportar el peso de su inseparable compañera.

Y como si de una poesía se tratase, en su última estrofa puede distinguirse el cierre de un cerrojo primigenio de tres vueltas de llave, al que le siguen aquellos pasos de botas curtidas que se alejan, perezosas pero firmes, hacía el huerto que tantas alegrías dará.

Ya entonces las golondrinas hacen su aparición, como queriendo anunciar que la mañana es demasiado bella para dormir. También aparecen, como contagiadas por la energía solar, las primeras conversaciones del día, las cuales son tan triviales como la propia austeridad de quienes las hablan.

A partir de este punto se percibe algún motor estancado en el tiempo, algún maullido conocido, algún aletear de palomas, algún recadero matinal... ruidos, en definitiva, que te hacen ver y sentir que el mundo a tu alrededor continua, y que te invitan a formar parte del concierto, a tu manera, con tus notas, improvisando.




2 comentarios:

  1. Qué texto tan bonito! Por un momento he sentido que estaba en Vallanca tumbada en la cama escuchando los sonidos de la calle contenta de saber que no tengo por qué levantarme en ese mimsmo instante, que aún puedo gozar de algunas horas más de sueño :)

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